Querida persona:
Me presento, soy alguien, no estoy segura de quién. Vengo de algún lugar. Escribo esta carta sin esperar una respuesta, no porque me lo hayas pedido y no para rellenar el silencio que se cierne sobre este lugar. Ojalá pudiera hacerlo. No voy a escribir nada con la intención de que, quien lo lea, llore de emoción. Simplemente, voy a escribir. Últimamente, le doy vueltas al tema del tiempo. La primera acepción que toma esta palabra en mi diccionario online favorito, define la palabra "tiempo" como la duración de las cosas sujetas a cambio. Las cosas cambian, el tiempo se mueve. Nunca se para. Si algo tiene el tiempo, es que cura las heridas. Y es que hace un tiempo, noto que las sonrisas a mi alrededor van cayendo, rotas. Pues si en algo tengo fe, es que el tiempo es el único con poder de unir esos pequeños pedazos de cristal que forman las sonrisas. A veces me pregunto por qué los mejores momentos de nuestra vida pasan tan rápido, por qué son tan efímeros. Mientras que en esos momentos en los que nos sentimos perdidos, sin puerto en el que echar ancla, se hacen tan, tan lentos. Pasan con la parsimonia de una clase aburrida, en la que no nos interesa lo que pasa a nuestro alrededor y nuestra mente se pierde con la brisa de una ventana que no vemos. Y sin embargo no nos damos cuenta de que el mundo sigue girando, en algún lugar se está produciendo un momento feliz y una vez más nos preguntamos por qué. Pero si algo he aprendido, es que del mismo modo que todo llega, tan rápido y tan repentinamente, todo pasa. Así que, mi querida, queridísima persona, recuerda que nuestro tiempo es prestado y compartido. Tu tiempo, es mi tiempo. Nuestro tiempo.
Te quiere,
Someone from
Somewhere.