miércoles, 10 de marzo de 2010

No sé porqué hoy me he derrumbado. Estaba tan orgullosa de cómo había llevado la tarde... Pero al llegar a casa he empezado a pensar. Pero no voy a conseguir hundirme del todo, no... esta vez no. Y, afortunadamente, incluso cuando no hay galletas, o chocolate que consumir, ante una situación desesperada; aún nos puede reconfortar una mano conocida acariciándonos. O un gesto amable y cariñoso. O un apoyo sutil para respirar la vida. O un abrazo tierno. O unas palabras de consuelo... Y hay que tener en cuenta de que todas las cosas, los matices, las anomalías, las sutilezas que creemos que no son tan importantes en nuestras vidas, de hecho están siempre presentes por una causa mucho mayor. Están para salvarnos la vida; ¿lo están? Sé que la idea resulta extraña, pero también sé que es la pura verdad. Y también sé, querido amigo cercano, que tu, estás a mi lado.
PD: Sí, te mentí... No es una prenda de ropa... Pero te la puedes probar.