Supongamos que por azar del destino mañana me despierto en otra ciudad; que los problemas de hoy ya no son más que sombras sobre el río, casi transparentes. Se pausa la realidad en unos segundos y entonces cambio de rumbo, de momento, de escena e incluso de acto y de guión. Me sumergo en el nuevo mundo del inexplorado personaje que hace lo que quiere... Sí, esta vez empecemos sin el antifaz en los ojos, sin vendas que luego nos cieguen el camino hasta castigarlo con sucios matorrales que te quiebran los talones.Yo sólo quiero olvidarme de todo.