Odio la interrumpida negatividad de mi cabeza; Un quita y pon de antifaz, un paseo entre laberintos; sin degustar el sabor de la diferencia. Somos un sencillo producto homogéneo. Aún siento la impaciencia amarga por querer un poco más, por salirnos del camino, llamar la atención. Ver que existen nuevos colores, que somos algo más que actores que, sin quererlo, ensayan un papel que nunca se llegará a representar. Esto se nos va de las manos. Ya no identifico el maquillaje de lo real, caigo en el vacío de lo lleno, en la plenitud de miradas sin sentido. Apaga la luz y vámonos, no quiero seguir aquí.