martes, 31 de agosto de 2010

Es como una jugada de póker. Entrelazas pasos, miradas, sonrisas, vueltas... Apuestas por ello para intentar ganar. Es hora de que Itaca vuelva a bailar. Es hora de coger las zapatillas rosas y decorar sombras difuminadas sobre su arena. Pintar atmósferas que sirvan de reflexión, paréntesis clásicos capaces de parar el tiempo en una pirueta. Necesito volver a sentirme viva. Respirar el amargo olor a las ocho de la tarde de la vieja clase de ballet, sentir el agua de una ducha fría, canalizar energia en un teatro, frente a la única persona que quiero bailar. Es espóntaneo ¿Bailamos? Estamos en tu mundo.

martes, 24 de agosto de 2010

No. No se trata de capricho, o simplemente un peculiar antojo. No es cuestión de gusto temporal, crisis emocional o un paréntesis altamente dotado de buenos momentos. Anoche, llegué a una nueva teoría. Las ganas de llorar son como una borrachera. Comprendes que la vida es un puñado de acciones y sientes miedo a desaprovechar alguna. La aguja de los recuerdos pincha, sin pudor, rompiendo carcajadas y evaporando el dulce sabor de un beso... Así, sin más, cual copa de más de vodka con fanta, sientes las lágrimas acumuladas deseosas de rodar en una carrera sin fin por tus mejillas. En resumen, soy egoísta y no te comparto. Tal vez la razón sea que me gusta la sonrisa que dibujas en mi cara, rompiéndo, nuevamente, las pruebas que corroboran cada una de mis exhaustas teorías.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Descubrir

Descubrir, qué bonita palabra.
Descubrir nuevos lugares, como éste, Ítaca.
Un lugar creado a partir de unos pensamientos que rondan tu cabeza y que son cambiantes como todo lo que nos rodea.
Y es que en muchos años todo lo que te rodea, todo lo que rodea este mundo que es Ítaca ha ido cambiando. Cambios positivos y negativos, como todos, pero cambios al fin y al cabo que te (nos) han servido para descubrir nuevas cosas. Lugares, sensaciones, sentimientos, personas... pero sin cambiar la esencia que te (nos) caracteriza. Y es que en Ítaca siempre se descubren cosas, las personas que aquí habitan siempre sonríen, a pesar de tener malos momentos, son fuertes pero sentimentales... en Ítaca todo puede suceder, lo importante es que estés ahí para vivirlo o para poder contartelo.

viernes, 13 de agosto de 2010

Buenos días, princesa.

martes, 10 de agosto de 2010

Nunca usé un antifaz. Voy de paso, por este mundo fugaz... No pretendo parar. Dime quién camina, cuando se puede volar... No intentes amarrarme, ni dominarme... Yo soy quien elige cómo equivocarme. Aprovéchame, que si llegué ayer me puedo ir mañana.

domingo, 8 de agosto de 2010

Buenas tardes, mundo. Hoy me siento ajena a cualquier muestra de cariño, entre un inmenso parque donde muchos años de olvido han encerrado las ganas de una bonita sonrisa. Y, sin querer, retrocedí los pasos que pensé había avanzado. Me caí...

jueves, 5 de agosto de 2010

Hoy, cuando cogí (para variar) la guagua titsa para volver a casa, caí en la cuenta de una obviedad que, en el fondo ya conocía. Añadí una nueva rareza a la serpenteante lista amarilla: me gustan los trayectos en guagua. Sí. Mi música y yo. Recreaciones de los momentos que acabo de vivir, liberación descontrolada de la imaginación, por qué no... Motivaciones, risas, lágrimas... Pienso en frases que quise decir, las que diré, momentos mágicos atrapados por la luz de las estrellas que quién sabe si ocurrirán. Me gusta colgarme de La Luna y atraer lo imposible, añorar el tacto de una mano paterna, evitar el sentimiento de cariño que las cinco letras de su nombre atacan cada vez que me besa... El caso es que, cuando me siento en esa áspera silla verde de autobús, consigo desconectar un poco del resto y me siento tan libre como encerrada...

lunes, 2 de agosto de 2010

Llegados a este punto, en el que desconozco por completo lo que puede llegar a sorprenderme el destino… Me replanteo, una vez más, plantarle cara al vagabundo de las sombras. Cerrarle las puertas al miedo que atraviesa las telas desteñidas de mi cortina… No consigo quitarmelo de encima. Solemos reprimir nuestras propias intenciones por una falta de confianza que toca cada partícula de polvo sobre la cama que anoche lloramos. Necesito liberarme de su jaula; no puede tenerme entre sus frías sábanas, ni envolverme con las heridas del pasado… Pero es su infalible mirada, su aroma particular, sus ganas de absorber mis reproches, mis ganas de liberación … Nos acobardamos y entonces, perdemos la oportunidad. Si te cuentan que lloré, no me pude contener; eres mi firme aliado, soy la mariposa que jamás querrás soltar.

Sal de mi cama, y no vuelvas.