lunes, 2 de agosto de 2010

Llegados a este punto, en el que desconozco por completo lo que puede llegar a sorprenderme el destino… Me replanteo, una vez más, plantarle cara al vagabundo de las sombras. Cerrarle las puertas al miedo que atraviesa las telas desteñidas de mi cortina… No consigo quitarmelo de encima. Solemos reprimir nuestras propias intenciones por una falta de confianza que toca cada partícula de polvo sobre la cama que anoche lloramos. Necesito liberarme de su jaula; no puede tenerme entre sus frías sábanas, ni envolverme con las heridas del pasado… Pero es su infalible mirada, su aroma particular, sus ganas de absorber mis reproches, mis ganas de liberación … Nos acobardamos y entonces, perdemos la oportunidad. Si te cuentan que lloré, no me pude contener; eres mi firme aliado, soy la mariposa que jamás querrás soltar.

Sal de mi cama, y no vuelvas.