No. No se trata de capricho, o simplemente un peculiar antojo. No es cuestión de gusto temporal, crisis emocional o un paréntesis altamente dotado de buenos momentos. Anoche, llegué a una nueva teoría. Las ganas de llorar son como una borrachera. Comprendes que la vida es un puñado de acciones y sientes miedo a desaprovechar alguna. La aguja de los recuerdos pincha, sin pudor, rompiendo carcajadas y evaporando el dulce sabor de un beso... Así, sin más, cual copa de más de vodka con fanta, sientes las lágrimas acumuladas deseosas de rodar en una carrera sin fin por tus mejillas. En resumen, soy egoísta y no te comparto. Tal vez la razón sea que me gusta la sonrisa que dibujas en mi cara, rompiéndo, nuevamente, las pruebas que corroboran cada una de mis exhaustas teorías.
martes, 24 de agosto de 2010
No. No se trata de capricho, o simplemente un peculiar antojo. No es cuestión de gusto temporal, crisis emocional o un paréntesis altamente dotado de buenos momentos. Anoche, llegué a una nueva teoría. Las ganas de llorar son como una borrachera. Comprendes que la vida es un puñado de acciones y sientes miedo a desaprovechar alguna. La aguja de los recuerdos pincha, sin pudor, rompiendo carcajadas y evaporando el dulce sabor de un beso... Así, sin más, cual copa de más de vodka con fanta, sientes las lágrimas acumuladas deseosas de rodar en una carrera sin fin por tus mejillas. En resumen, soy egoísta y no te comparto. Tal vez la razón sea que me gusta la sonrisa que dibujas en mi cara, rompiéndo, nuevamente, las pruebas que corroboran cada una de mis exhaustas teorías.