lunes, 28 de diciembre de 2009

Alba

Y me siento avergonzada, de tantas veces que creí pensar que estaba sola. Y es que termina el año, y en este pequeño balance me di cuenta de que ellos siempre están ahí. De que nunca me faltan. Me encanta despertarme por la mañana y ver un mensaje nuevo en el móvil. Es él. Luego desayuno, mientras me repito mil veces las cosas que tengo que hacer hoy. Me siento, frente a la pantalla del ordenador y abro, como de costumbre la página de inicio del tuenti. Mensajes privados. Son ellas. Y una sonrisa se me dibuja instantáneamente en la cara.
Una persona tiene tantas amistades, tantas... que creo que algún día llega a olvidarse de alguna, porque forman todas ellas una larga cola, tan indefinidamente indefinida que hasta tu misma te pierdes. Pero amigos, de verdad... da la casualidad que los conoces tarde, que se limitan a ser pocos, tan pocos, que eres capaz de visualizr su carita en menos de dos segundos. Y eso me gusta. Y aunque la negatividad me ciegue en los peores momentos ellos me recargan la dosis de positividad necesaria para seguir adelante.