
Hago un ligero paréntesis en la tarea de Inglés, para escribir un par de líneas. Oigo, a lo lejos, como el vibrador del móvil no cesa, constante sobre la mesa de mi escritorio. Es él. De nuevo. Pero no quiero cogerlo, no quiero tener que afrontarme a esa situación. Me duele demasiado. Le quiero y, por primera vez en mi vida... Creo que tengo verdadero miedo a afrontar la realidad.